Todos hemos oído hablar de las rondas de financiación como un proceso de consolidación de una startup por la vía de sucesivas entradas de capital riesgo. Aunque pueda parecer que las rondas de financiación capitalizan la mayor parte de la vida de una empresa nueva, en realidad son instrumentos tipo ‘palanca’ que aparecen en los primeros ejercicios contables y fiscales de vida de la empresa. “Las rondas de financiación sólo se abren al inicio de la andadura de la startup. Es un momento microscópico en el avance y trayectoria de la compañía”, en palabras de un experto en inversión financiera consultado por Oryon Universal.
Capital propio
Capital inicial de la mano del entorno personal del emprendedor. Familia, amigos, ahorros del particular. No es en ningún caso una ronda de financiación. Son los preliminares. En este caso los requisitos administrativo-documentales no serán el impedimento principal para reunir esta suma inicial, ya que no hay prácticamente antecedentes de singladura de empresa. Ni siquiera se hace necesaria auditoría alguna, ya que como mucho se puede someter a revisión la escritura de constitución de la sociedad o contratos laborales, nos aclaran las fuentes jurídicas consultadas.
Seed Capital
Tras reunir y agotar el capital primario que le ha brindado el entorno más cercano, el emprendedor se encuentra con la necesidad de acudir en busca del seed capital, o capital semilla, cuando la inversión se realiza en base a una idea o proyecto que aún no se ha iniciado o está en fase muy embrionaria. Son cuantías que en esta fase primeriza pueden ser de cierto volumen, ya del orden de no menos de 200.000 a 300.000 euros, por citar una cifra bastante común en pequeñas startups. El dinero obtenido se destina básicamente a operaciones de marketing, y al desarrollo de sus productos y servicios, es decir, el desarrollo inicial del negocio en sí.
En alguna de las fases iniciales o inmediatamente puede aparecer un factor tangencial, pero no menor. Uno es el papel del mentor profesional del emprendedor, en aquellos casos en los que haya acordado no cobrar nada al principio, y luego, cuando se levanta la primera ronda de financiación, se le debe pagar por sus honorarios. También puede suceder lo contrario. Si el mentor está metido de lleno en el proyecto, y se ha ‘enamorado’ de él, hasta el punto de que puede aportar su grano de arena inversor a título particular en una de las rondas.
Cuando la startup está constituida formalmente y da sus primeros pasos, hablamos de una financiación startup; en caso de que haya empezado a operar en el mercado, la financiación requerida ya es considerada financiación de crecimiento inicial (Early Growth Finance).
Primera y sucesivas rondas
Llega el momento de la primera ronda. El propósito corriente es obtener financiación para la adquisición y manufactura de productos, así como financiar ventas anticipadas, y potenciar la acción comercial en sentido amplio. Es una inyección extra que ayuda a las empresas que ya han comprometido todo su capital riesgo previo. Cuando las empresas cierran el ejercicio con un punto de equilibrio de negocio (ventas vs gastos) pero han consumido todos sus activos de liquidez obtenidos, aparece una segunda ronda de financiación que les ha de permitir obtener el colchón de cash que abrirá la puerta a sus primeras ganancias.
La tercera ronda ya se encamina a respaldar la fase expansiva de la empresa que acredita crecimiento y beneficios constantes, y que empieza a despertar el interés del mercado. De ahí, a la cotización en bolsa de valores sólo resta un nuevo paso: la cuarta y última ronda, llamada también ronda puente. El capital obtenido es el que permitirá cotizar en el parque bursátil.
Las rondas se suceden hasta que la obtención de la plusvalía mayor por parte de los inversores llega de la mano de una adquisición parcial del capital. Es aquí donde intervienen las Private Equity, empresas que ya no invierten en rondas. Las empresas de Private Equity simplemente compran un porcentaje significativo del negocio.
Rondas: escenarios post Covid
El escenario actual es distinto al de la pandemia del coronavirus e inmediata postpandemia. Víctor Giné, CEO de Oryon Universal, lo matiza: “la pandemia ayudó a diluir aquella burbuja previa en la que el dinero fácil brotaba, en la que todo el mundo invertía en startups, y donde todo el mundo hacía rondas de inversión. Ayudó a aterrizar y a tocar un poco con los pies en el suelo. El miedo a invertir en startups tras la pandemia fue una realidad, pero no se ha detenido ni mucho menos, siempre hay proyectos viables e invertibles, con un retorno claro».
Desde Oryon Universal, te acompañamos durante estas etapas iniciales y de búsqueda de financiación, además de asesorarte y conectarte con nuestro ecosistema de inversores. Si quieres conocer más información sobre cómo trabajar con nuestro equipo, ¡contáctanos!